El 13 de septiembre, y luego de años de investigaciones, un robot submarino localizó frente a la localidad italiana de Cetraro al barco Cunsky, la llamada "nave de los venenos", desaparecida en la década de 1990 cargado con bidones aparentemente tóxicos.
El reciente hallazgo de una nave cargada con presuntos residuos tóxicos frente a las costas de Cetraro, Calabria (sur), confirmó temores de que el mar Mediterráneo fue usado por años por el crimen organizado para eliminar desechos peligrosos.
El pasado 13 de septiembre, y luego de años de investigaciones, un robot submarino localizó frente a la localidad italiana de Cetraro al barco Cunsky, la llamada "nave de los venenos", desaparecida en la década de 1990 cargado con bidones aparentemente tóxicos.
El lugar exacto del hundimiento de la nave había sido ya indicado por el ex traficante de droga de la Ndrangheta (la mafia calabresa), Francesco Fonti, en base a cuyas declaraciones se reabrió una indagación cerrada hace años por falta de pruebas.
Según el testimonio de Fonti y de otros "arrepentidos" (ex mafiosos que han pasado a colaborar con la justicia), en el fondo del mar italiano griego, pero también frente a Somalia y otras naciones africanas habrían sido hundidos "decenas" de barcos cargados con residuos tóxicos entre las décadas de 1980 y 1990.
El propio Fonti declaró a la fiscalía de la ciudad de Paola, titular del caso, que él mismo hundió el Cunsky en 1992, usando una carga de dinamita.
El "arrepentido" confirmó que el hundimiento de barcos cargados con residuos tóxicos era un "modus operandi" de la Ndrangheta, en colaboración con las mafias de otros países y con conocimiento de miembros del gobierno italiano.
Agregó que en 1992 hundió no solamente el Cunsky, sino también los barcos Yvonne A y Voriais Sporadais, por indicaciones del armador italiano Ignazio Messina y aseguró que frente a las costas de la región de Calabria fueron desaparecidas al menos 30 naves con residuos tóxicos.
Fonti aseguró, además, que trabajaba en colaboración con un agente del Sismi, el servicio secreto italiano, quien le indicaba la cantidad de escorias que debía eliminar, a cambio de elevadas cantidades de dinero.
La asociación ambientalista Legambiente, que por años ha denunciado esa situación, dijo en un reporte que la Ndrangheta entró en la década de 1980 en el negocio de los residuos tóxicos, ofreciendo a las empresas precios hasta seis veces inferiores a los que había en el sector de la eliminación legal.
La asociación señaló que en 1985 fue hundido el barco Nikos, probablemente en las costas entre Grecia y Líbano, mientras en 1986 tocó el turno al Mikigan, hundido en el mar Tirreno y en 1987 al Rigel, desaparecido frente a las costas calabresas.
Legambiente ha contabilizado al menos siete barcos hundidos con explosivos por la Ndrangheta y con aparente complicidad de miembros del gobierno.
"Por muchos años los magistrados que se ocupaban del caso fueron dejados solos, mientras los procesos fueron bloqueados, ahora (con la ubicación del Cunsky) se deben reabrir las investigaciones", dijeron Enrico Fontana y Nuccio Barillá, dirigentes de Legambiente.
"Deben intervenir la procuraduría nacional antimafia y el Ministerio del Medio Ambiente y es necesario formar una unidad de crisis para monitorear las zonas en las cuales el aumento de la radioactividad corresponde a un incremento de los casos de cáncer", señalaron.
Y es que de acuerdo con los expertos, las zonas en donde habrían sido hundidos los barcos se habría visto entre la población un incremento inusual de casos de tumores malignos.
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